DERECHO DE PISO, MANTENERSE EN EL SISTEMA

ANDRÉS VERA DÍAZ/OPINIÓN

El discurso político tendrá sus bases, siempre, desde dos ópticas muy definidas; una por parte del gobierno en turno que se dedica a promover una gran cantidad de falacias, casi todas reinventadas por sexenio o trienio y por otro lado, la “oposición” que niega o contrarresta las acciones de quienes controlan los respectivos mandatos.
La forma casi nunca concuerda con la forma. El sistema político ha rebasado a las personalidades, incluso al propio Andrés Manuel, pero lo verdaderamente repudiable es cuando las castas o marcas, se posicionan con el mismo modus operandi en la organización o partido que integren.
La multiplicación de eslóganes para que se transformen en verdades mediáticas sólo es una cuestión propagandística, de una forma y viceversa. No puede combatirse en su origen la corrupción, impunidad y derroche cuando en la práctica se realizan los mismos actos, disfrazados solamente con una causa contraria.
Y es que con la petición o exigencia de una cuota “para la operación”, se continúa con el uso de una institución como negocio de tribus. El “derecho de piso” es una constante en todos los partidos, pero lo que pareciera inverosímil en algunos de ellos que abanderan, de forma general en sus lineamientos, la lucha contra las mafias dañinas para el país, es que cobran por plantear en sus nichos de actividad a los “representantes de marcas particulares” la demagogia como axioma. Aunque es preciso reconocer, que son los allegados u oportunistas quienes adoctrinan estos formatos.
Muchos de los encargados de asumir ese rol, como prestanombres y en representación de, cobran cuotas, no sólo a la militancia, organizaciones adheridas, sino hasta a sus propios diputados, regidores, alcaldes y anexos. Incluso, para algunos, el costo de la llegada a un cargo en particular es elevado, desde pagar como tributo todas las “herramientas legislativas”, hasta erogar 15 o 20 mil pesos mensuales o inclusive, dar entrada a aviadores como “asistentes” en el Congreso.
El “agradecimiento” por la proyección hacia el cargo debe ser también en especie. Es intrínseco para mantener un estatus, una posibilidad, un proyecto, un futuro medianamente promisorio.
La cuota es pagada íntegramente, en efectivo para que no haya rastro, con operadores que cada quincena pasan puntuales para que el dinero “sea dirigido a la causa”. En todo caso, la práctica es común y hasta lógica para el mantenimiento de estructuras, sueldos y proyectos comunicativos, pero no se justifica.
No es exclusivo de esta marca “gráficamente señalada”, cobrar derecho de piso, pero sí un cinismo a tal grado, que también se busca por medio de documentos apócrifos, adherencia de ciudadanos no al partido, sino a proyectos personalistas -y es que así funciona-, la acumulación de “bienes” por lo menos enmascarada, para motiva la impresión de fortaleza.
Una denuncia fue supuestamente presentada ante autoridades por alas de MORENA, ya que defraudadores se hacen pasar por personajes políticos para engañar a la gente, este es el resultado de practicar el feudalismo político, el permiso intrínseco de operar la estructura con franquicias. A nadie se acusa en particular por esto último, pero es en definitivo, la muestra palpable del mercadeo institucional.

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