Opinión/Revista Malinali
Antonio Zamarripa Hernández es habitante de la comunidad de Salaverna, Mazapil. Él fue entrevistado el 30 de diciembre del año 2016, ocho días después del desalojo y destrucción de viviendas por orden del Gobierno del Estado.
En voz propia, Don Antonio narró para Revista Malinali el operativo realizado ese viernes 23 de diciembre cuando en la región de la Loma Blanca, él se percató de la presencia de las autoridades y del cerco que éstos pusieron en los alrededores de Salaverna para evitar el ingreso a esta zona.
Con la impotencia y el miedo de estos hechos todavía a flor de piel, Antonio Zamarripa contó como elementos de la Policía Ministerial tumbaron a golpes y patadas la puerta de la casa particular de su hermana Micaela y como ésta entró para tratar de sacar algunos de los objetos de su humilde morada ante la amenaza de ser destruida por la maquinaria pesada y de los insultos que tuvieron que sufrir por parte de los efectivos, ya que les fue negada de manera violenta el ingreso.
Describe también como durante el operativo, los elementos policiacos negaron la salida a una familia que tenía que trasladarse a la ciudad de Saltillo, Coahuila. Uno de sus integrantes había perdido recientemente la pierna y el brazo derecho en un accidente en la mina y todos los viernes recibía atención médica en esa ciudad.
Pese a los ruegos, les fue negado su traslado y perdió su cita y su terapia para la rehabilitación producto de la amputación de las dos extremidades. Desesperado, el hijo de éste exigió a las autoridades salir. En respuesta, agrega Don Antonio, el muchacho fue golpeado por los Ministeriales.
Todo aquel que exigiera alguna explicación, comenta, era cacheteado o golpeado por los policías.
Esta es una de las tantas historias que se vivieron ese viernes 23 de diciembre cuando por instrucción de Fabiola Torres, secretaria General de Gobierno, ordenó la destrucción del poblado.
Hoy, por diversos medios, se afirma que no hubo violación a los derechos humanos en Salaverna y se enturbia el tema. Usted tiene la última palabra.
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