OPINIÓN/MALINALI
¡Ah!, todo quedo claro. Enrique Flores Mendoza no quiso ocultar (ni tiene porqué) a los ojos de la ciudadanía su mega residencia equipada con excéntricos lujos.
Simplemente se “le pasó” precisar algunos detalles en el momento de presentar su declaración Tres de Tres.
Por ejemplo, a cualquiera de nosotros se nos puede olvidar que poseemos una mansión de lujo en el exclusivo fraccionamiento de Bernárdez, ni que estuviéramos siempre pensando siempre en ella, ¡por dios!
Es de humanos, por ejemplo, acordarnos del terreno y cuánto costo.
Pero de la edificación, de los millones de pesos que hemos gastado en la construcción, de los lujosos detalles, cristales, y todo lo demás que hemos invertido en ella a cualquiera se nos puede pasar.
Es decir, al alcalde electo de Guadalupe jamás pensó en omitir la existencia de este patrimonio, simplemente que por las prisas del proceso electoral y todo eso, pues tuvo algunos errores al momento de presentar la declaración.
Eso es todo.
Humildito como es, Enrique Flores Mendoza tomará posesión en próximos días como presidente municipal de Guadalupe con la conciencia tranquila. No tiene, asegura, cola que le pisen ni mucho menos.
La lujosa residencia será el espacio donde el próximo edil analizará, meditará y tomará las decisiones que llevarán a sus gobernados de la Limantour, La Luz, Casa Blanca, Tacoaleche y otros asentamientos más, al anhelado desarrollo que justamente merece el municipio de Guadalupe.
Una vez aclarado el punto, que jamás se vuelva a sospechar el alcalde electo quiso ocultar su mansión a los guadalupenses.
Además, si es con dinero bien habido, producto del ahorro y del esfuerzo, pues con menos razón.
Cualquiera comete un error, aunque éste sea de millones de pesitos.
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