POR SIEMPRE PELUSO…

PELU

Por Guillermo Correa

Desde hace ocho años, en la esquina de la avenida Insurgentes con Moneda, en la zona sur de la Ciudad de México, se erige cabizbajo, noble,  la escultura de un perro como los de millones y millones que pululan por las calles de cualquier ciudad.

Peluso es el nombre de este can que sirvió de modelo para el monumento dedicado exclusivamente a los perros callejeros.

Y como tal, Peluso vivió por años el infierno que padecen estos indefensos animales, víctimas de la indiferencia, la violencia, el hambre, la sed, pero sobre todo de la falta de responsabilidad de dueños que bajo diversos pretextos echan a la calle a los que en un tiempo fueron sus mascotas.

Viejo, sordo y enfermo, Peluso tuvo la fortuna de vivir sus últimos días bajo el techo y cariño de la Fundación Milagros Caninos y del amor de Paty España, fundadora de esta asociación civil y sus colaboradores.

También fue la inspiración para erigir una estatua en homenaje a los millones de perros callejeros que vagan solitarios por las calles de cualquier ciudad, pueblo o barrio de este país.

Lamentablemente Peluso no pudo ver su estatua, ya que falleció cinco días antes de que ésta fuera inaugurada el pasado 20 de julio del 2008.

Sin embargo, su figura de bronce ya inmortal, recuerda y ruega sobre la importancia de crear una conciencia sobre el maltrato a los animales, la responsabilidad de tener una mascota y de fomentar medidas de control de los animales callejeros, principalmente a través de la esterilización y evitar el sacrificio de miles y miles de perritos callejeros.

En la actualidad países como España, Inglaterra, Escocia, Japón, Estados Unidos, Argentina y México tienen monumentos a los perros callejeros como un llamado a la concientización al maltrato animal, al abandono y a la responsabilidad que implica tener una mascota.

Cifras conservadoras señalan que en México existen más de 15 millones de perros callejeros y tres millones conviven diariamente por las calles de la capital del país.

Al píe de su pedestal, en el Monumento al Perro Callejero, reza en su placa:

 

Mi único delito fue nacer y vivir en las calles o ser abandonado.
Yo no pedí nacer y a pesar de tu indiferencia y de tus golpes,
lo único que te pido es lo que sobra de tu amor,
¡Ya no quiero sufrir, sobrevivir al mundo es solo una cuestión de horror!
¡ Ayúdame, ayúdame por favor!
Peluso.

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