Zacatecas, Zac.- Anacrónica, cruel y promotora de la violencia en contra de los animales, la Charrería ha sido declarada hoy por la LXI Legislatura de Zacatecas con su pomposo e inútil nombre, “patrimonio cultural inmaterial”.
Durante esta declaratoria, celebrada en las instalaciones del Congreso local, no asistió ni el gobernador Miguel Alonso ni el presidente del Poder Judicial del Estado. Ambos rechazaron acudir a dicho evento y optaron por mandar a respectivos sus representantes.
Y es que esta actividad, denominada el “deporte nacional”, día a día pierde adeptos y su permanenciaesta a punto de la desaparición justamente por la violencia en contra de los animales que en ella participan, aunque se quiera disfrazar de tradición y cultura.
La charrería, por esencia, es cruel con la vida de los animales.
Todo en ella implica el sufrimiento de caballos, vaquillas y animales en general utilizados en la misma.
Ya la asociación internacional The Humane Society ha solicitado en diversas ocasiones a los gobiernos estatales y locales que prohíban esta práctica, que tiene como consecuencia el maltrato de muchos animales.
Y de manera nacional, diversas agrupaciones han emitido su postura contra esta actividad, como lo es el caso de la asociación Unidos Para Proteger a los Animales, quien ha subrayado que la charrería es mal llamada “el deporte nacional”, y mal llamada porque el Comité Olímpico define claramente que para poder considerar deporte cualquier práctica, los contendientes deben estar en igualdad de condiciones y el caballo no tiene ni remotamente las mismas oportunidades de su oponente el hombre.
Al igual que la tauromaquia y las peleas de gallos, la charrería es otra forma de maltrato animal. Sí, la charrería es una tradición y una costumbre. Pero no es universal, por lo tanto no es patrimonio cultural ni deporte, tan sólo es una expresión del folklore mexicano.
No obstante, como patada de ahogado, los integrantes del Congreso local zacatecano, en sus últimos días de permanencia como LXI Legislatura, dan un paso atrás y colocan, de nueva cuenta, al estado de Zacatecas en el camino anacrónico.
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