EL CHATO SIGUE EN LA PELEA… AHORA POR SU VIDA

Zacatecas, Zac.- El Chato, desde joven, fue un perro utilizado para pelear, matar y ser brutalmente agredido por otros perros con meros fines de lucro y diversión. Fue inyectado con químicos para incrementar sus músculos hasta que su cuerpo se llagó por completo y luego, enfermo, abandonado en las calles. Durante meses vivió en un cajero automático frente a la presidencia municipal de Guadalupe con la piel abierta y en soledad. Hoy, el Chato libra una batalla más, la de su vida, producto de la crueldad e indiferencia.
Muchos conocen al perro de cabeza cuadrada, imponente, pero cubierto de pululantes heridas y quien por mucho tiempo vagó por los rumbos de la avenida Colegio Militar en el municipio de Guadalupe.
Por las noches, cuentan, el animal se refugiaba en un cajero automático de Santander y fue ahí donde algunas personas le proveían de algo de agua y alimento, suficiente para sobrevivir y mirar mansamente a la gente que transita diariamente por ahí.
Guillermo Ruiz, rescatista independiente y colaborador del proyecto Croquetos, junto con otros más, le tendió una mano para sacar de las calles a este perro y brindarle una segunda oportunidad.
El Chatito, cuenta Guillermo, fue rescatado ya hace unos meses cuando su condición era crítica. Su cuerpo lucía infinidad de fístulas y su espalda y sus patas estaban gravemente lastimadas.
Era claro que este perro fue utilizado por mucho tiempo para pelear o de sparring y su cuerpo daba fe de las marcas de la violenta vida que llevó. Para hacerlo aún más intimidante, el animal fue inyectado con químicos para hacerlo más musculoso, ocasionándole graves consecuencias en su salud.
Al final, el Chato fue abandonado y echado enfermo a la calle.
Vagó e hizo del cajero su hogar por varios meses hasta que fue finalmente rescatado y llevado a tratamiento para tratar de revertir el daño ocasionado.
Hoy el Chato sigue luchando por su vida. Los tratamientos médicos que se le han aplicado aún no han dado los resultados esperados. Sus rescatistas y doctores que le acompañan siguen buscando estabilizarlo para darle una segunda oportunidad y aspirar a lograr un final feliz, que es lo menos que merece el Chato, como miles y miles de animales más.

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